jueves, 16 de octubre de 2008

Primero paz y luego prosperidad :: Prem Rawat



Quiero hablar de algo muy sencillo. Porque a veces, las pequeñas cosas de la vida son las que tienen un impacto más significativo. Pequeñas cosas como la paz que cada ser humano puede sentir en su corazón... tal vez se trate de una de esas pequeñas cosas. Vamos en pos de la prosperidad ignorando una fórmula que fue propuesta hace mucho, mucho tiempo: paz y prosperidad.

Hoy en día, lo que nos mueve es la ambición. ¿Te has preguntado alguna vez qué es lo que ambicionamos? ¿Cuál es la ambición del humilde granjero que vive en una de esas aldeas perdidas? ¿Trabajar en un edificio de apartamentos? No ha visto nunca uno y ni siquiera puede imaginárselo. ¿Cuál es la ambición del chiquillo que sólo posee una rueda de bicicleta y que encuentra un placer increíble en hacerla rodar durante horas calle abajo? No presumo de ser un experto, pero he viajado bastante: su ambición no difiere demasiado de la de todas esas personas que he visto dirigiéndose al trabajo esta mañana y en esta misma ciudad.

A veces olvidamos que somos seres humanos. Tenemos unas necesidades muy simples y la primera de la lista ha sido siempre sentirnos satisfechos, sentir el corazón lleno de alegría, sentir una paz que no responda a ninguna definición sino que brote de nuestro interior.

Yo voy de un lugar a otro recordando a las personas las cosas más importantes de la vida. Cosas sencillas, no complicadas. Veo guerras en este mundo. A mí no me gustan las guerras, y he oído en multitud de ocasiones que los pobres soldados que tienen que luchar en ellas son los que más las detestan. Las guerras no le gustan a nadie; sin embargo, nos encontramos con que estalla una detrás de otra. Y cada vez que hay una guerra, hay una llamada a la paz. ¿Casualidad? No. La llamada a la paz es constante, pero miramos hacia cualquier otro lado olvidando buscar esa sed de paz en nuestro interior.

La sed está dentro de nosotros, y el pozo también.

La búsqueda de la paz está dentro de nosotros, y su resolución también. Así es como somos.

Somos seres humanos que se esfuerzan, cada uno a su manera, para alcanzar la misma meta que todos los demás. Al final, puede que algunas personas cuenten con más recursos que otras, pero a todas las mueve exactamente la misma motivación.

Hay muchas religiones, muchas soluciones comparables a los diferentes tipos de cocina. Se supone que van a satisfacer el hambre substancial que hay en cada uno de nosotros. Porque nos mueven ambiciones muy básicas y la cuestión no es si el mundo las reconoce o no. ¿Qué es lo que reconocemos nosotros? ¿Qué es lo que vemos?

Cuando te miras al espejo, te ves diferente a como te ven los demás. Nos vemos a nosotros mismos de una forma muy, muy distinta. Nosotros conocemos nuestras necesidades, las comprendemos. Pero hagas lo que hagas en este mundo, vayas donde vayas, recuerda que la paz es la primera de la lista interna. Las listas externas son influenciadas por la sociedad y lo que está en boga. Las listas externas cambian, las internas no; siguen igual que cuando eras pequeño.

Es posible que nos diferenciemos en el modo de hablar o que utilicemos idiomas distintos, pero el sentimiento auténtico de nuestro corazón no es diferente al de los demás.

Si vas a navegar hoy en el barco de este mundo, pequeñas cosas como tener paz en tu vida se vuelven increíblemente importantes. Esa es mi opinión. Ese es mi mensaje.

No puedo evitar sentir que es la misma ambición la que nos mueve a todos. Quizá lo que has aprendido, lo que has realizado en tu vida, pertenezca a una escala inimaginable para un granjero de la India. No obstante, estamos tan interesados en nuestras diferencias que hemos olvidado nuestras semejanzas. Y aunque me gustan las diferencias, también me gusta lo que nos asemeja: la lámpara encendida que brilla en el corazón de cada ser humano sobre la faz de esta Tierra. Y en esa gran oscuridad de la ignorancia, en la que miembros de la misma especie se vuelven unos contra otros, es necesario que esa lámpara brille con tanta intensidad como sea posible.

Lo que me gustaría comunicar a todos es que si quieres la solución, tienes que mirar dentro de ti. Busca aquello que deseas, pero mira también en tu interior. A la gente le parece que éste es un mensaje poderoso, y puedo entender por qué, porque algunas veces nos olvidamos de esas sencillas y pequeñas cosas. Es posible que mientras caminábamos a tientas en la oscuridad, la solución haya estado siempre con nosotros. Si abrimos un poco el corazón y encendemos la lámpara, no tenemos por qué tropezar con todos los obstáculos que hay afuera.

Es simple y siempre lo ha sido. Primero paz y luego prosperidad. No niegues esa llamada interior que sientes. La paz no es una ficción. La paz es una flor que ha de ser sostenida por cada uno de los seres humanos. Eso es la paz.


Maharaji

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